viernes, 11 de diciembre de 2015

Un paso adelante y dos atras

Los primeros quince años del siglo XXI se vieron marcados, en el plano geopolítico y económico, por el surgimiento de un nuevo paradigma de carácter difuso pero que representa una alternativa al liberal-conservadurismo reinante desde mediados de los setentas. El fracaso de la implementación de ese modelo económico, político y social en numerosos paises dio lugar al surgimiento de gobiernos de corte progresista, nacional y popular que tienen como prioridad la reconstrucción de sus respectivas soberanías constituyendo al Estado como actor principal en la articulación de la economía y al empoderamiento de sectores sociales excluidos durante los años neoliberales.

Las condiciones macroeconómicas imperantes hasta hace un par de años (alta valorización de commodities debido entre otras cosas al crecimiento económico sin precedentes de China y su voraz de manda de materias primas) posibilitó que muchas economías emergentes de Estados gobernados por fuerzas políticas y sociales (nuevos y viejos actores reciclados) orientadas a la reconstrucción social y económica pudieran establecer agendas de gobierno con un mayor grado de autonomía, sin ataduras ni supeditaciones al establishment económico nacional e internacional.

La defensa de lo bueno de lo viejo y la ampliación del Estado benefactor en la sociedad y la economía en algunos países de Latinoamérica así como en Rusia y otras naciones del globo ha sido importante. Pues posibilitaron la inclusión de grandes capas de la población en materia económica, social y civil así como también un potenciamiento de la economía que, en algunos casos, fue utilizado para diversificarla hacia la proliferación la industria manufacturera. Se ha ido delineando, en el marco de un neodesarrollismo económico, la constitución de un Estado social en el que se restauraron viejas conquistas sociales así como también se cristalizaron nuevas ampliaciones de derechos. Aggiornadas a una sociedad cada vez mas compleja.

Este cambio de políticas y coordenadas económicas no salé del ámbito del capitalismo. No obstante se trata de la constitución de un capitalismo orientado a una redistribución del ingreso y mayor grado de autonomía económica para diversificar la actividad productiva. Lo cual ha sido fuente de numerosos puntos de tensión y conflicto con los establishments nacionales asentados así como también con el capital financiero internacional y los países denominados centrales. Sin embargo, cabe decir que las estructuras centrales de estas economías no ha sido modificada. Pues han seguido concentrándose a pesar de las políticas tendientes a morigerar la desigualdad promovida por estos gobiernos.

Este club de paises emergentes, agrupados en el BRICS o bajo la orbita de estos, han asentado una posición nada desdeñable en la economía internacional. El aumento del volumen de esas economías ha posibilitado a estas naciones tener una posición algo mas preponderante en la toma de decisiones políticas a nivel mundial. No obstante, desde principios de 2014, una serie de movimientos económicos que bien pueden traducirse en decisiones políticas han contribuido a mermar su poder en forma paulatina hasta estos días. La caída en los precios de los commodities como el petroleo, la soja y otros recursos naturales han contribuido a golpear las economías emergentes, principales patrocinadores del neodesarrollismo económico como propuesta alternativa al neoliberalismo.

Este movimiento ha debilitado a varios de los gobiernos de corte nacional popular y redistributivo. Pues los ingresos económicos que tenían como una de las fuentes principales a la exportación de commodities mermó fuertemente. Dejando a la vista flaquezas de este modelo económico implementado por muchos de los países emergentes: Escasa capacidad de ahorro y poco margen para aplicar soluciones de contingencia mas allá de la aplicación de parches transitorios en los baches económicos que tan solo sirven para apuntalar a corto plazo el consumo de las clases medias y bajas, punto nodal del crecimiento económico emergente en estos quince años.

La complicación de las condiciones macroeconómicas agudizaron defectos de los esquemas económicos neodesarrollistas aplicados en el mundo emergente que no se han sabido o podido corregir. Esto trajo complicaciones políticas para muchos gobiernos latinoamericanos como es el caso de Venezuela, donde la erosión del modelo económico y político chavista a raíz de la alta inflación y la alta dependencia de un commodity depreciado como el petroleo ha contribuido a una gruesa derrota electoral del oficialismo, el de Brasil, donde el gobierno del PT está siendo puesto en jaque por la oposición en el parlamento de ese país o el de Argentina, donde luego de doce años de gobierno del kirchnerismo, una coalición de centro-derecha se impuso por escaso margen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La caída en la ortodoxia política, la incapacidad para interpretar la realidad y la falta de margen para dar sustentabilidad a las políticas de corte progresista en un marco económico adverso sumado a una oposición liberal-conservadora hostil presente en el sistema político y el poder económico complicó la situación de estas administraciones.

La nueva coyuntura de la economía internacional, marcada por caída de los precios de recursos naturales y una nueva transferencia de la riqueza desde los sectores medios y bajos a los altos por medio de las devaluaciones y ajustes que acontecen en el mundo emergente, ponen a estos países ante el serio desafío de buscar alternativas centradas en sostener a ese cumulo de medidas implementadas en estos quince años tendientes a ampliar derechos económicos, sociales y políticos así como también a mantener la cierta independencia económica lograda en este periodo.