jueves, 30 de junio de 2011

"Cristina-Boudou 2011" o el bonapartismo como forma de ir pateando hacia adelante el balón nacional y popular.



La decisión de Cristina al elegir a Amado Boudou como compañero de fórmula no debió ni debe de haber sorprendido mucho a nadie. En las semanas previas, luego de no haber sido finalmente candidato a Jefe de Gobierno por la Ciudad de Buenos Aires, su nombre ya figuraba alto para ocupar la candidatura a vicepresidente de la Nación representando al Frente para la Victoria.

De todas maneras, como siempre sucede dentro de cualquier contexto ligado al cierre de las listas para candidatos a presidente, vice, gobernador provincial, intendente, diputados y senadores, siempre hay quienes dentro de determinada estructura política, en las bases o en las cúpulas, no están completamente de acuerdo con las decisiones tomadas.

A mi parecer el camino escogido de cara a la continuidad del proyecto kirchnerista en los próximos cuatro años me parece el correcto. Las discusiones o desacuerdos siempre van a existir, claro. Pero hay que ver más allá de a quien puso Cristina como compañero de fórmula. Por debajo, en las listas para diputados, senadores, concejales y legisladores de la ciudad de Buenos Aires se han logrado muchos avances: figuran muchas personas provenientes de la militancia. Nombres nuevos. De gente que ha crecido y se ha acercado a la acción política al calor del crecimiento del kirchnerismo como una forma inesperada de construcción económica, política y social superadora luego de la noche neoliberal.

Obviamente a un servidor le hubiese gustado otro nombre como candidato a vicepresidente. Un Abal Medina, por ejemplo. Una figura que este mas en sintonía ideológica con la transformación social que propone el kirchnerismo. Pero después de pensarlo bien, Boudou, más allá de su origen neoconservador, como director de ANSES y ministro de economía fue y es parte importante de una serie de medidas centrales en materia de redistribución de la riqueza (Nacionalización de los fondos de pensión y jubilación, Asignación Universal por Hijo, etc) así como también representa un puente con sectores ajenos a la idiosincrasia nac & pop. Con los que no se está todo el tiempo de acuerdo. Es una bisagra en las relaciones del gobierno con una gran parte de instituciones importantes y que pesan en la mesa de discusiones. Entre ellas están la CGT y la UIA.

A lo que quiero ir con esta elucubración es: para que un proyecto político, social, cultural y económico como lo es el que inició hace mas de ocho años avance en términos de conquistas económicas y sociales a favor de los sectores socio-económicos mas vulnerables como lo viene haciendo hasta ahora es necesario seguir contando con estrategias bonapartistas. Se puede continuar tranquilamente pateando la pelota hacia adelante en materia de políticas sociales y económicas expansivas e inclusivas sin romper totalmente lazos con sectores y personas con los que uno no iría a comer un asado pero que son importantes en el quehacer nacional.

Más allá de la confrontación del Gobierno con sectores poderosos del poder económico como lo son Grupo Clarín y el sector agro-exportador concentrado, existe una burguesía industrial que esta creciendo al ritmo de la política económica dispuesta por el kirchnerismo. Le deben mucho al modelo, dejan de lado ese exacerbado odio de clase tan característico de los terratenientes de la soja y apoyan, con sus matices, una continuidad de Cristina en el poder ejecutivo. Por tanto, es necesario establecer alianzas con ellos aunque no gusten demasiado. En su justa y armoniosa medida. Por eso Amado Boudou es un tipo necesario en el lugar indicado para los próximos cuatro años. Es un hombre de consensos necesario para que la inclusión social siga avanzado. Puede ayudar a mediar satisfactoriamente en las tensiones relacionadas con la lucha salarial entre trabajadores y patrones ("la tensión del crecimiento económico" dijo Kirchner allá por el 2005/2006) a futuro. Como se viene mediando hasta ahora y seguramente mejor, de acuerdo a como está marchando la dinámica redistributiva. Desde un Estado cada vez más presente en materia de reparaciones sociales y económicas a favor de la inmensa mayoría que perdió con el modelo neoliberal durante los noventa y de a poco está reconstruyendo su vida.

Es claro que el bonapartismo como forma de construir poder político siempre trae consigo contradicciones. Pero vamos, el kirchnerismo se alimenta de ello desde aquel lejano mayo de 2003. Cuando para Néstor era un medio totalmente vital en una coyuntura de incredulidad social hacia la política y luego de haber accedido a la presidencia con el 22% de los votos. Ahora, en un contexto diferente, en el que hay un apoyo popular visible hacia la gestión de gobierno llevada a cabo desde aquel año, sigue siendo necesario más allá de los margenes de autonomía ganados. Los nuevos cuadros políticos surgidos en los últimos años se encuentran en una situación todavía incipiente. Iniciándose en la toma de decisiones dentro del Estado.

Para 2015, si sigue la dinámica hegeliana en la militancia, un Juan Manuel Abal Medina o cualquier otro cuadro del left wing kirchnerista como candidato a vicepresidente sería algo real. O, al menos, habría muchas más posibilidades que en estos días. A las nuevas subjetividades, la experiencia y al cambio cultural-generacional no hay con que darles. Así como tampoco al bonapartismo. Entonces, si la tensión en la política no tiene fin, la idea es que se vayan ganando más y mas batallas en favor de la transformación social, política y cultural que esta llevándose a cabo.


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